No pudimos apagar la lluvia
ahora sé que esa no era la intención,
nuestra llegada
a aquella ciudad
fue una dulcísima palabra
que no apagó la niebla
pero borró memorias;
apaciguó orgullos pendientes
y abrazó la ausencia.
Vino la insistencia de tu beso,
de tu abrazo tibio
que empobrece mi escritura
pero me llena la vida.
De repente nos vestimos
del otro
como si fuéramos
sombras o luces,
meciéronse nuestras voces
e hicimos silencio
en la quieta oscuridad
de aquél alivio.
"Tan dulce"
Enero 2013.
"... meciéronse nuestras voces
ResponderEliminare hicimos silencio
en la quieta oscuridad
de aquel alivio."
me agradó el final
Gracias Francisco, además, por mostrarme aquella palabrita que olvidé tildar. Un gusto leerte aquí.
EliminarUn abrazo.