3 dic 2023

Zarpar

 “Más temprano que tarde en una playa mi corazón estalla listo pa’ zarpar a donde sea con espíritu abierto, apreciando el pulsar de cada estrella que para mí destella bien sabré vivir en altamar…”

                                                        David Aguilar.


En lo náutico de lo que soy 
hay peces que me saltan en el pecho
en lugar de mariposas
que sobrevuelan en mi techo
mi corazón camina descalzo
en arena blanca, blanca
cuánto azul en tu agua
cuántos lilas y naranjas en tu cielo /
motivos de mar 
urgencias de océano
en los pies / en las sienes
suceden medusas 
en lo marino de mi beso 
surcan hondo
en tu abundante marea 
me acuso de mi ser porteño
de saber surfear tus olas altas 
me acusas de mi ‘sincontrol’
de ser marejada y rompeolas
de mi dualidad;
lo marino y lo terrestre
mas 
no soy amiga de la tierra ni del cielo 
ni del agua 
ni me instalo en el dolor
ni abrazo las mareas 
ni cortejo la corriente
pues también voy de paso;
ni aterrizo ni me anclo
ni vuelo ni encallo 
paso por mi rivera
agua interior de mis poemas 
-entorno de cocos fríos con Ginebra 
y peces salvados- 
altamares, 
veleros mar adentro y afuera
pedacitos de agua saltando
en forma de gota, círculos, rayas
gaviotas entre otras aves de agua 
sombras al pairo
velas quietas
mi tiempo tapizado en poesía
lo felino de mis siestas
mi fúrica ternura;
mi andar es liviano
por la vida.

3 ago 2023

Tocar el tiempo


Hay un mar que se abre 
en las manos, 
se abre como un pajarito
que salvas y vuela;
un pez que se sale del mar
y no sabe cómo volver:
la clara definición de lo indefenso
aquél insistir por seguir, 
amar la mañana
también es un escalera hacia el abismo…
tocar el tiempo,
dolerte, 
soltarte,
no te van a caber más besos en la boca 
pues te he dado todos 
la tierra que nos une está intacta,
conociste mi manera de amar:
la menos ortodoxa,
la intensidad en su estado puro,
en lo breve de la vida 
se puede amar con toda el alma,
darte a la selva como un animal
que se arriesga y gana 
¿Cómo será que tu centro y mi sur se encontraron?
da miedo 
dan miedo los miedos,
¿Cómo se aprende a amar de nuevo?
¿Cómo transformar la tristeza? 
qué río leve está en tu pecho 
que sólo das calma
y yo…
alzo la mano 
para sólo tocar el tiempo. 

26 jun 2023

Postal

Nada queda en ese trozo de papel, todo es alquimia… / siento que ese tiempo que se fue no ha sido nunca nuestro…”
                                                      Luis Eduardo Aute.



Índices y pulgares 
haciendo un cuadro 
frente a la cara;
ver la vida pasar
reestrenar la sensación 
asomarse al tiempo atrás 
corregir recuerdos
repetir tantas veces 
hasta que funcione
seguir las instrucciones 
para no dejar que duela 
y equivocarme mil veces 
-el encanto de lo difícil-
tengo un puñado de tiempo
atrapado y no,
desafío mi autocontrol 
cada vez que giro a ver
nostalgiar
como actividad cotidiana
usurpando hastíos,
entre tanta belleza
se abruma toda explicación;
cuánto naranja en el mar
cuántos albores
cuántas flores frescas 
todos los días.,
ni siquiera estaba viva la muerte
cuando contar contigo
era un acuerdo invisible 
que no cabía en el silencio 
que hacía retorcer los finales 
y todo en desmedida
en la forma integral
y cada esquina y callejón
del amor 
en cuya fertilidad 
no sólo hay frescura y garúa 
sino piedras en el pecho
y afanes de hacer recuerdos
de hacer la vida 
con tanto voy y vuelvo
con esta buena salud 
de mi nostalgia 
quise morirme de poesía 
como Nicanor,
aún escribo de tu agua
para no secarme;
no soy un riachuelo 
para infortunio de mis agendas
siendo el océano que soy 
con tanta turbulencia 
quise lo absurdo de la desmesura 
postergando la razón 
pues no existe cosa
que no tenga límite,
pretendí enjaular 
una especie de infinito
que voló enseguida 
-escape inmediato
de jilguero de estas manos
incapaces de conservar
cualquier cosa- 
descolocarme en lo álgido
de alguna de mis palabras
pausar todo aquello
que sea sustancia 
de un buen recuerdo,
equilibrio de soledades 
sonrisa espontánea
con delgado viento en la sien 
un día cualquiera
por desgracia el mundo gira,
nada permanece
y los puentes se derraman.


15 jun 2023

Intermitencia

 “Amaste una vez, ahora quieres destruir…”
                                                  Abraham Boba.



Soy el niño
que vierte cucharadas 
de veneno a un hormiguero
en un cuento de Cortázar, 
el Juan Darién 
que rompe el último lazo 
y regresa a la selva,
el pez que no muere 
por tu boca, 
el circo sin vinagre ni rosas
-sin lanzador de cuchillos
que trabaja de afilador-,
dada cualquier circunstancia 
ni negocio mis nostalgias 
ni se tocan;
a mi amor no se le desafía,
como me muero con intención
resucito sin querer 
entre suspensos distintos,
placeres y curiosidades;
en esa tanta intermitencia 
de escribir tu nombre 
y esa tendencia mía a la simetría 
de nombrarte en una hoja
por el placer 
de poner la tilde  
con la pluma fuente 
que tuve a bien recibir de tu parte 
y un asomo al corazón 
en el casi cerrar de tus sienes,
mas las hojas se rompen
y la tinta de las plumas se consume,
y se acostumbra uno
a otras geografías, a otras manos,
las mías: eternas alumnas 
de tu olvido
-de los relojes de tu mano-,
pues nunca sé cómo viene, 
pues poco se sabe de todo,
mientras tu vida 
parece efervescente 
la mía parece menguar
más que la luna
y en esa velocidad divergente 
hay rabia y dolor 
-me estás asfixiando
con tu libertad-,
cuánto egoísmo 
en mi amor,
cuánto abandono y nada
debajo de ti,
¿cómo desandar los pasos
que yacen 
en todo en el mundo
cuanto no caminamos?
y los pasos que sí;
ni Leones ni Manhattans,
ni Londres ni Parises
ni Varaderos ni San Telmos
ni fugas en Alcatraz;
encima de todo este mar
sólo estoy sintiendo;
eco de soledades,
ausencias furiosas,
palabras que duermen. 

9 jun 2023

Equilibrio

 “Ni soy un libro abierto ni quien tú te imaginas, lloro con las más cursis películas de amor, me echaron de los bares que usaba de oficina y una Venus latina me dio la extremaunción…”
                                                     Joaquín Sabina.




Espero un brote de algo
-un pedazo de tierra en la flor,
un árbol naciendo de un bandoneón,
un bosque pequeñito dentro de la luciérnaga-
cruzo un brazo sobre la cara 
en posición de pensar,
busco una pregunta 
que abarque una vida,
un ‘qué harás’
que se desprende y regresa
a su sitio quieto:
a no existir en mis preguntas,
cosas de la noche;
ruidos pequeños 
de coches en la ciudad 
un sábado tarde,
saltos cortos
de los grillos en el campo… 
atrapo un silencio
en las manos cerradas,
me salgo de mí en un momento;
me miro lejos, solemne,
adornando siempre la verdad,
viviendo siempre en la espera,
partiendo a cada rato 
del tiempo que nos une,
se ha vuelto oficio huir,
se ha vuelto vocación 
el beso al borde,
se han vuelto pasatiempo  
las palabras al arcén de mi garganta,
ahora entro a mí
sin ostracismo
miro a lo lejos y dentro:
-en ese pensamiento vertical-
amante siempre de la mala vida,
del mal vivir,
se me va agrandando el silencio 
cada vez y cada vez,
cuanto más grande más lejos,
más alto,
una espiral
-no existe techo a su altura-,
vuelvo a esperar un brote de algo,
una chispa
un destello
una explosión
una aparición tal vez,
buscando siempre 
la euforia del placer,
el amor fugaz,
un racimo de recuerdos
en la tibieza de lo impropio
hallando siempre 
el encanto de la vida
sin enamorarme de vivir;
un equilibrio,
lo onírico,
lo real,
lo nuevo y la nostalgia;
lo nuevo de la nostalgia,
la cima de toda sensación 
para caer
-siempre sin paracaídas-
donde 
todo es pasado espontáneo,
futuros infelices,
presentes que defraudan;
busco una chimenea,
encuentro un iglú,
extravié los besos 
que guardé
en el bolsillo de mis dedos, 
abandoné un verso 
de Mayo a Octubre,
fui un poco de ese otoño 
-y no la fina garúa de Junio
que te besa las dos mejillas-
en el que tal vez 
todas mis dudas 
crecieron y se desarmaron;
llegaron con picos y palas
a cavar hondo,
a hacer inmersión en la altura 
sin construir
escalón alguno 
para hacer eco 
en el vacío
esperando un brote
de algo.


31 may 2023

Burnout

Acuérdate de mí cuando me olvides, que allí donde no estés iré a buscarte / siguiendo el rastro que en el cielo escriben las nubes que van a ninguna parte…”
                             Joaquín Sabina / Joan M. Serrat



Hallar la misma antorcha 
de fuego en mi norte
en otra vida puede ser,
encontrar el semáforo celeste
de la espera,
mi todo náutico,
mi amor de cordillera,
¿qué habré de compartir
con esta que soy hoy?,
tal vez el rumiar de mi pecho,
el oleaje 
en este trocito de mar
donde me sobrevive só(o)lo un pez,
si me recuerdas algún día 
considera lo siguiente:
no hubo más 
tampoco menos,
-no poner, no quitar-,
en mi nueva vida 
tal vez se esfume esta que soy;
que no deja de querer,
pero sí de insistir
entre tantas dudas
y músicas, entre 
tanta cosa definitiva
que ha impuesto la seriedad
de mis años,
no es por quedarme que pregunto 
-como moneda al aire-
¿por qué en otra vida?
si aquí también nace una flor
como en tu alma crecerán
historias nuevas,
el amor instantáneo:
esa fábrica de recuerdos,
no es por no irme que me digo
-a puerta cerrada-
¿está bien hacer silencio
-con habilidad de tejedores,
de artesanos-?
si el silencio crece indómito,
incesante,
si no habla bonito,
si mal camina…
por si fuera poco
la quietud de mi destino
y este cansancio extraño que rejuvenece
me prohíbe investigar,
me impide siquiera mover un dedo
salvo para apagar las luces del teatro,
como se apaga cualquier 
cosa que ilumine en una gris despedida,
no es por los días largos
y las noches duras,
que me viven aquí adentro
las preguntas;
¿cómo será ararte entero?,
en aquella otra vida
que se ve tan lejana,
inexistente…
¿cómo te llamarás?,
¿cómo será tu amor ahora?
si de tu hacer y deshacer
no deseo acordarme,
si fuiste el río en la palabra que me faltó 
cuando escribí frontera,
¿a qué sabrán tus besos nuevos
en la boca de quien los conoce?,
tal vez sea cierto 
que quede pendiente el corazón,
debe ser verdad
que la felicidad es de color amarillo,
que en mi olvido 
queda poco de tu historia,
que en cada cosa que escribo
voy regando un poco de muerte
en las mil formas que tiene 
de meterse en mí…
en la impuntualidad
del darse cuenta
ya no se esconde 
ni la velocidad ni la prisa,
ni el acontecer lento 
ni lo estrecho del tiempo
en los cielos y las carreteras, 
en los aeropuertos y las terminales,
en las distancias; millas y tierra, 
kilómetros de agua 
que hubimos de cruzar
siempre en dirección incorrecta
-el uno hacia el otro-
y ahora ya no se camufla 
la esperanza en la promesa,
lo rotundo en la posibilidad 
de arrimarte a mi costa,
no más viajes ni encuentros, 
como yo;
no habrá más,
tampoco menos. 

20 may 2023

Menos dos

Subiste al caballo, te fuiste de mí y nunca otra noche más bella de mayo he vuelto a vivir…”
                               Rafael de León / Salvador Valverde.


De andar afuera 
se me vino el viento al interior,
un hilo suave de aire,
la juventud en confidencia
al lado de un destino;
tu corazón cayó enseguida rodando;
lo detuve en la punta 
del zapato,
las cosas que suelen ser destino
son así,
indescifrables,
en la sensación de darse cuenta,
en ese sol interior 
que se enciende,
en el cliché de un ascensor
lejos de todo te pienso
mirando el girar de la ciudad 
me digo: “…” / un ‘no sé’,
alguna cosa, alguna cosa,
lo escribo en papel 
para ponértelo en la cara 
como el humo vulgar 
de un cigarrillo,
llenarte el aire de algo mío:
marearte con una cerveza 
en las mañanas,
despertar con cuatro besos,
y ese abrazo
de fuerte militar
que encontré escondiéndome
en tu espalda:
no hubo techo a la altura de mi amor,
no hubo nada que alcanzase 
la sensación de hallazgo
cuando revienta en creatividad… 
no supe qué hacer con la espera:
con el tiempo el amor se destruye,
se encoleriza,
se adentra ilegal 
un rencor parecido a un llanto,
a un reclamo nunca hecho,
a la sensación de rabia
y de dar vueltas 
que no las mariposas,
te amé limpia y sencillamente,
alto, fugaz, 
te apreté sobre mi corazón 
como un hondo mal,
rompí tu intimidad
sólo para acompañarte,
te lleve en un papel 
en la solapa y pienso
-esa no era yo-
pero el amor anda 
de persona en persona,
se echa a andar,
se muere y se muda,
y yo
en estos tiempos fui callando más 
y escribiendo menos,
y de dónde más 
podía coger inspiración 
si no tenía el sonido
de un reloj dentro de tu pecho,
te lo digo yo que nunca tuve 
más religión que tu manera
de saber estar,
te lo digo yo que nadie 
me vino mejor al corazón…
los planes;
caprichos de fin de semana,
y el mundo siendo afuera,
carreteras, inviernos con nieve,
veranos de asfalto caliente,
mi Sotavento, tu Bajío,
-y al Bajío siempre 
le vi cara de ser mi casa-
te guardo aún en la sed,
un estímulo a la imaginación
cuando una mano basta
para un padecer
-y cuando se padece mucho
no se desea ya nada-,
cuando un consuelo 
para un amor kamikaze,
por todo aquello te amé,
y cómo no lo voy a saber 
si fui puro miedo,
un puño de temblores
aquí adentro, 
porque cuando toqué tu vida 
mis palabras fueron inquietas 
y mi juventud bastante,
porque cuando te pensé 
me dio soberbia 
pensar en esta libertad,
en la llenura de mi pecho,
en el latir de mis sienes
cual si fueras un sol
entrando en la cara,
en el pasar del tiempo,
en la alegría y la tristeza 
pasando al mismo instante
con gracia y abandono, 
en mi costumbre de saber
recibir nada o muy poco,
acepté el oficio de huir
en cada uno,
y en ese casi pronóstico
juro que perdí una palabra 
de la punta de mi lengua 
cuando el beso suave tuyo
arrastró el invierno de mi boca
y lo hizo fiesta
con suertes de domingo,
mojando desvelos 
entre voces y otras muertes
nací profunda en esa tierra,
dormí tranquila 
con fortuna felina 
en tu brazo derecho,
hundí los pies en el sueño
con silencio de las noches
de junio que aún estaban 
por venir
y qué cosa de llanto…
de andar en donde 
anda mi pasado
viene el deseo, se sienta,
juega con mi beso,
te encuentra aún 
en todos los cuerpos
que miro y que toco, 
te respira en el aire 
en el que estamos todos…
de ser lo que soy 
me encuentra esa misma prisa
de recrearte en cada
noche de mayo 
y volver a olvidarte
dulce y genuinamente, 
y vuelve el deseo
a menos que amar 
no sea una locura
y qué cosa de llanto. 

28 abr 2023

Modelo para irse

A veces no sé quien soy, la lanza de mi silbido va alborotando recuerdos, desenredando caminos, mientras mi risa cae en el abismo. / Me voy quedando huraño, embalsamando destinos. / No me arrepiento de nada, el bien y el mal son olvidos.”

                                                 Gustavo Leguizamón.



Ese poco de mar, de carretera,
ese poco de sur que yo tengo,
esta bóveda de silencio,
este cacho de vértigo 
al asomarme a la vida 
como a un abismo,
ese temblor en las piernas…
[un paso atrás,
rueda una piedrita 
en la montaña en viceversa]
siempre al borde 
al lado de una roca
ese precipicio en la mirada,
-hondo, vertical-
todo este tiempo anuncia su velocidad;
y se aloja un quebranto infinito;
ese aforismo:
“se tiene una vida sola”
y yo;
con el corazón en los pies,
sin la paciencia como aliada,
sin el tiempo encadenado
a mi derecha,
con el alma pecho a tierra
de miedo y de prisa,
con la fortuna al revés 
cuando todo parece perdido
de antemano…
me ha resucitado en los ojos 
la belleza,
me ha crecido enorme la muerte;
obstinada
zigzagueante,
a mí que jamás 
tuve cuchillos en la boca,
a mí que nunca he vivido
si no es profundamente,
a mí que no he amado
si no es con toda la vida,
a mí que he engendrado
inmensa cada despedida,
a mí que me he empeñado 
en finales parecidos,
en mundos al revés,
a mí que me he tildado 
de culpable de una lluvia
-ayudante de diluvio-
que se enciende y se eterniza,
a mí que entre los sueños  
me acuesto
-hecha de nube y de madera-
sutil 
dulce
dura
taciturna…
y en ese mucho cielo
la vida abruma,
y en ese mucho sol
el hastío de la rutina,
y en ese demasiado
tanto milagro instantáneo:
el misterio de
tu huella dactilar
en estas manos
cuya intención
no es más que 
convidarme libertad
antes de que las palabras 
me atrapen 
en esto que suelo ser, 
antes de no ver 
la brújula apuntando 
el norte mío 
en los ojos de alguno,
componiendo mi rumbo:
geografía impracticable
de un mapa perdido ya.