“Ni soy un libro abierto ni quien tú te imaginas, lloro con las más cursis películas de amor, me echaron de los bares que usaba de oficina y una Venus latina me dio la extremaunción…”
Joaquín Sabina.
Joaquín Sabina.
Espero un brote de algo
-un pedazo de tierra en la flor,
un árbol naciendo de un bandoneón,
un bosque pequeñito dentro de la luciérnaga-
cruzo un brazo sobre la cara
en posición de pensar,
busco una pregunta
que abarque una vida,
un ‘qué harás’
que se desprende y regresa
a su sitio quieto:
a no existir en mis preguntas,
cosas de la noche;
ruidos pequeños
de coches en la ciudad
un sábado tarde,
saltos cortos
de los grillos en el campo…
atrapo un silencio
en las manos cerradas,
me salgo de mí en un momento;
me miro lejos, solemne,
adornando siempre la verdad,
viviendo siempre en la espera,
partiendo a cada rato
del tiempo que nos une,
se ha vuelto oficio huir,
se ha vuelto vocación
el beso al borde,
se han vuelto pasatiempo
las palabras al arcén de mi garganta,
ahora entro a mí
sin ostracismo
miro a lo lejos y dentro:
-en ese pensamiento vertical-
amante siempre de la mala vida,
del mal vivir,
se me va agrandando el silencio
cada vez y cada vez,
cuanto más grande más lejos,
más alto,
una espiral
-no existe techo a su altura-,
vuelvo a esperar un brote de algo,
una chispa
un destello
una explosión
una aparición tal vez,
buscando siempre
la euforia del placer,
el amor fugaz,
un racimo de recuerdos
en la tibieza de lo impropio
hallando siempre
el encanto de la vida
sin enamorarme de vivir;
un equilibrio,
lo onírico,
lo real,
lo nuevo y la nostalgia;
lo nuevo de la nostalgia,
la cima de toda sensación
para caer
-siempre sin paracaídas-
donde
todo es pasado espontáneo,
futuros infelices,
presentes que defraudan;
busco una chimenea,
encuentro un iglú,
extravié los besos
que guardé
en el bolsillo de mis dedos,
abandoné un verso
de Mayo a Octubre,
fui un poco de ese otoño
-y no la fina garúa de Junio
que te besa las dos mejillas-
en el que tal vez
todas mis dudas
crecieron y se desarmaron;
llegaron con picos y palas
a cavar hondo,
a hacer inmersión en la altura
sin construir
escalón alguno
para hacer eco
en el vacío
esperando un brote
de algo.
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