6 sept 2022

Dos en la ciudad

"Vamos a hablar de estilos, de Bresson, de los indios ranqueles, de tú y yo,
de lo que nos pasó esa madrugada y ese beso de papel..."
                                                                                                     Fito Páez.


Debí desarrollar una idea precisa 
para contarte que las horas mienten,
mienten y en su insuficiencia mueren
tan a prisa... 
debí mirarte urgente para no perder el tiempo
y aprenderte completo,
ararte entero casi para no adivinarte 
en la oscuridad de las habitaciones 
que dejan mucho que desear,
debí sembrar silenciosamente 
mi mano en tu pelo,
gobernarte con las manos todo el cuerpo 
como si pareciera que no alcanza 
tal vez apoyar mi cabeza en tu regazo
tan calladamente como si lo repitiera 
todos los días, 
ya no tengo memoria para recordar 
todo lo que hicimos,
en todo caso también me falta voluntad,
cuéntame qué pensabas en ese profundo silencio,
tal vez en medio de un beso 
acariciabas dulcemente el pensamiento 
de nuestra soledad y la tristeza 
que aún no se nos acaba,
crece y se achica y así siempre,
debimos abandonarnos después de hacer el amor
¿Por qué no me diste una cerveza después de terminar?
dejarme en un duelo con suerte de estatua 
disfrutando lo afortunado de mi carne 
después de un orgasmo 
debimos sacar más de prisión las palabras 
y hablar y hablar y hablar 
y caminar y caminar pero más lento 
volviendo siempre a ese calor sin rayo de luz,
amaneció y la tierra hizo sismo
¿Movimos tanto el mundo en esa habitación horrible? 
Tu desnudez en Mayo me parece
que es como esos paisajes en cuyo orden te imaginas
el ritmo sencillo y profundo de un río,
también me parece que debes no tener piedad en el amor 
¿Cómo eran las palabras en Cartagena?
como lentas y nuevas una vez que salen,
me da la impresión que entre tantas devociones 
también compartimos la misma cadencia de la tristeza 
por esos que quisimos.
Debimos volver a nuestra soledad 
con recuerdos de arena 
y probar un beso de aguardiente.
Junio se llevó tan rápido mis recuerdos
que olvidé escribir poesía,
olvidé tu olor y la simetría de tu beso,
debí guardar urgentemente 
todo en mi memoria,
como el recuerdo espontáneo 
de cambiarnos de lugar en una acera 
o pasarte una brochita por la cara,
¿habrán caído mis recuerdos?
como esos papelitos que tiran desde lo alto,
resulta acaso que habré olvidado 
el sabor de un beso después de una cerveza,
me desalienta incluso entregarme al mundo 
sin tiempo de salir volando a 
averiguar si hay en ti sangre y fuego,
o subir a una acera para alcanzarte en el beso,
o escribirte algo en una servilleta de restaurante,
o escribirte algo en una nota de hotel,
o encontrarte en Bogotá para besarnos en un clima frío.
No tengo talento de mirar las cosas
¿En qué consiste que nos vimos de repente? 
hay una pobre creencia de que 
las casualidades pintan los días.
No hay ninguna nostalgia como la mía:
con esa misteriosa garantía de no determinar 
si te recuerdo en blanco y negro o en un color cualquiera.

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