Tus relojes apuran mi premura
mi compás
no es la edad es otra cosa
esa urgencia indiscutible de los dos
por abrazar
en este frío inexorable
que se aloja en nuestros huesos
dejándonos las huellas de zozobra
del viento de allá afuera
que nos quiere marcar
y dejarnos fría la cara
de su niebla
su fatídica bruma.
El tic tac de tus horas me demora
los minutos
los pasos mal dados
y ya no dejo huellas
sino siluetas del aire de mis pisadas
que se pierden en la arena de tu alma
más caliente que el desierto.
Mas queda siempre esa prisa
la urgencia al caminar
al andar contigo pisoteando por la vida
el pasto de mis hojas
-y por eso mis letras están destruidas, tan putas-
no es la edad es otra cosa.
Siguen sonando aquellos relojes
como campanas de iglesia
y por cada campanada es un recuerdo
un llamado a la misa
de nuestro desencuentro.
mi compás
no es la edad es otra cosa
esa urgencia indiscutible de los dos
por abrazar
en este frío inexorable
que se aloja en nuestros huesos
dejándonos las huellas de zozobra
del viento de allá afuera
que nos quiere marcar
y dejarnos fría la cara
de su niebla
su fatídica bruma.
El tic tac de tus horas me demora
los minutos
los pasos mal dados
y ya no dejo huellas
sino siluetas del aire de mis pisadas
que se pierden en la arena de tu alma
más caliente que el desierto.
Mas queda siempre esa prisa
la urgencia al caminar
al andar contigo pisoteando por la vida
el pasto de mis hojas
-y por eso mis letras están destruidas, tan putas-
no es la edad es otra cosa.
Siguen sonando aquellos relojes
como campanas de iglesia
y por cada campanada es un recuerdo
un llamado a la misa
de nuestro desencuentro.
23.12.11.