“Y escuché todas esas historias
sobre incendios que acaban bien”
Nacho Vegas
No supe creer en nada
guardé las ganas
las estatuas de credulidad
y abnegación;
hay que crear métodos
proponer respuestas
yo te abrazo pero no –me- es suficiente
en la ducha te escurres
no hay tú permanente
y te vas con el agua
el dentífrico
el champú
no hay <<quédate>> cumplido
sí hay distancia sufrible
en fin
cuántas veces inventaremos
-nos- inventaremos formulas correctas
tácticas funcionales
para no irnos
pues nos vamos del cuerpo
del lugar
del día
del momento que parecía
amablemente esperanzador
y hasta de una ridiculez insondable
que sumergía abismal en el sentir del cuerpo
en esa misteriosa profundidad
casi poética
casi prosaica
de una viveza fiera y terrible
en el temblar del alma;
ese incendio interno que siempre
acaba bien.
guardé las ganas
las estatuas de credulidad
y abnegación;
hay que crear métodos
proponer respuestas
yo te abrazo pero no –me- es suficiente
en la ducha te escurres
no hay tú permanente
y te vas con el agua
el dentífrico
el champú
no hay <<quédate>> cumplido
sí hay distancia sufrible
en fin
cuántas veces inventaremos
-nos- inventaremos formulas correctas
tácticas funcionales
para no irnos
pues nos vamos del cuerpo
del lugar
del día
del momento que parecía
amablemente esperanzador
y hasta de una ridiculez insondable
que sumergía abismal en el sentir del cuerpo
en esa misteriosa profundidad
casi poética
casi prosaica
de una viveza fiera y terrible
en el temblar del alma;
ese incendio interno que siempre
acaba bien.
Tíldame el corazón con tu asento jarocho e incéndiate y apágate y vuélvete a encender, mujer.
ResponderEliminarOjalá que nunca se te acaben las palabras, Rolando, porque tienes el don.
EliminarUn abrazo.