A las once algunas horas
se me pierden en la memoria,
las once; la prorroga para las horas que vienen.
Once que me demora el corazón,
se me pone pequeño
porque de un descuido explota
y no encuentra la flacura.
A las once la noche se hincha,
se engrosan las ganas
de la pluma entre los dedos,
de las letras entre el candor de las hojas.
Once que me pierde las horas
y me amontona la paciencia
porque la noche se vuelve más noche
y el alma se vuelve más alma
a las once.
20. 04.11.
la hora de la llegada, las once, lo has dicho!
ResponderEliminarla hora de la ida también.
a esa hora los escribanos nos desdoblamos y trasmutamos en plumas fáciles de ideas religiosamente casquivanas
un gustito, rico y saboreado leerte
Saludos