10 jun 2011

De la fe

Déjame creerte que te quedas
déjame contar tus dedos
y en la cuenta perder fe
déjame pensarme en ti
en esa angustia tuya reseca
              extraviada
                     casi muerta
deja que endulce mi café 
con tus gotas que parecen lágrimas
                    que saben a licor                       
quítame el amargo sabor a media tarde
déjame arrancarte los pretextos
besarte los párpados 
con la fe desconocida 
de un creyente convencido
            que se exprime las entrañas 
               que no quiere redención 
                que se juega hasta la sangre
déjame sentirte de los dedos a las huellas
tu piel que quema los abismos
           que mata el cielo
  y sangra de lluvia
déjame presentirte de los pies a los pasos
                          de la alfombra al último suelo
del suelo hasta al abismo de sus grietas
            conocer tu alma azul 
             adivinarla hasta al revés 
   como para afirmarme
   como para adueñarme
                 del cielo descubierto de tu ausencia
  que mata un poco sin matar
  que protege mis desvelos a la intemperie
déjame creerte que te vas
déjame escribirte sin fin 
en estas hojas casi sepias
           faltas de candor de alma
                 sucias de ti
deja que endulce mi café 
con tus ausencias 
               que me hacen esperarte
        al pie de tu lugar vacío 
          aunque deteste el reloj 
     por el tiempo que grita
déjame esperarte sin dudar
aunque ya no tenga fe.

05.05.11.
 

2 comentarios:

  1. porque la ausencia refrenda la presencia . . .

    esperarle sin fe, porque la espera atestigua la llegada

    me gustaaaaa, delirante de pasión

    más saludos
    (te sigo)

    ResponderEliminar
  2. Qué amable, gracias.

    En efecto, la ausencia refrenda la presencia.

    Saludos.

    ResponderEliminar