Déjame creerte que te quedas
déjame contar tus dedos
y en la cuenta perder fe
déjame pensarme en ti
en esa angustia tuya reseca
extraviada
casi muerta
deja que endulce mi café
con tus gotas que parecen lágrimas
que saben a licor
quítame el amargo sabor a media tarde
déjame arrancarte los pretextos
besarte los párpados
con la fe desconocida
de un creyente convencido
que se exprime las entrañas
que no quiere redención
que se juega hasta la sangre
déjame sentirte de los dedos a las huellas
tu piel que quema los abismos
que mata el cielo
y sangra de lluvia
déjame presentirte de los pies a los pasos
de la alfombra al último suelo
del suelo hasta al abismo de sus grietas
conocer tu alma azul
adivinarla hasta al revés
como para afirmarme
como para adueñarme
del cielo descubierto de tu ausencia
que mata un poco sin matar
que protege mis desvelos a la intemperie
déjame creerte que te vas
déjame escribirte sin fin
en estas hojas casi sepias
faltas de candor de alma
sucias de ti
deja que endulce mi café
con tus ausencias
que me hacen esperarte
al pie de tu lugar vacío
aunque deteste el reloj
por el tiempo que grita
déjame esperarte sin dudar
aunque ya no tenga fe.
05.05.11.
porque la ausencia refrenda la presencia . . .
ResponderEliminaresperarle sin fe, porque la espera atestigua la llegada
me gustaaaaa, delirante de pasión
más saludos
(te sigo)
Qué amable, gracias.
ResponderEliminarEn efecto, la ausencia refrenda la presencia.
Saludos.