Un miércoles se redondea
y hace de los pliegues de
una semana la vida,
taladra cada hora mientras
pasa y pasa geométricamente
como de una frontera a otra
dejando
incendio o sangre o semen,
es como si floreciera,
como si quisiera ser futuro
y se aproximara a esa hora perfecta
que es más o menos lo eterno,
esas horas que perforan lo mortal,
ese amplísimo silencio de mitades.
belleza, como el vino.
ResponderEliminarComo tú :)
EliminarAbrazo.
Ese "amplísimo silencio de mitades" donde lo bello son sus junturas.
ResponderEliminarGracias Ibeth por dejarnos tan bello poema
A ti por leerme, Fran.
EliminarUn abrazo.