en esta irreparable sombra a cuadros
de la ventana que hace escándalo
en el polvo y la telaraña de mi cuarto.
Este orgullo tan roto y permeable
me descompone las ganas, la vehemencia,
y mis deseos de ti se tildan de arrogancia,
pero mi corazón maltrecho y bohemio, te extraña.
Cómo entonces reparar el daño si tu postura
beligerante y combatiente no ceden, no cederán,
sería como si el vuelvepiedras encontrara
un mar en sus tierras conocidas de aguamiel.
Tengo la vida redoblada de desaires y desastres,
espesura y languidez, pesadumbre y sentimientos vivos
que no mueren si no es contigo
que no viven por vivir sin ti.
Este desconsuelo monocorde;
retrato del páramo desprolijo que dejaste
y mi alma doliente, esa legalidad, fiel a los olores de tu voz,
al desarme de tu cuerpo, a esa barba sin afeitar;
de ese tu desvelo y tus idas a dormir en otros sitios.
Es como si el cigarrillo le diera vida al cuerpo,
le diera alma a tu alma en la que ya no estoy,
como si en tinta negra se supliera
aquél azul que no cejó pese a tu abrazo
opresor de trovador, loco, poeta, vago, príncipe.
Me desconsuela tu oportuno verso, tu indomable egolatría,
hasta esa frase que yo juro, es para mí, aunque no,
me revienta en el alma un clandestino sentimiento;
variante de un pesar concerniente de ti.
Tengo la vida envenenada en este alcohol
de sentires acartonados y poéticos a veces,
no voy a dolerme de tus versos, no voy a doblarme
con tus voces que tengo guardadas,
voy a tratar de olvidarme nuestra inecuación.
de la ventana que hace escándalo
en el polvo y la telaraña de mi cuarto.
Este orgullo tan roto y permeable
me descompone las ganas, la vehemencia,
y mis deseos de ti se tildan de arrogancia,
pero mi corazón maltrecho y bohemio, te extraña.
Cómo entonces reparar el daño si tu postura
beligerante y combatiente no ceden, no cederán,
sería como si el vuelvepiedras encontrara
un mar en sus tierras conocidas de aguamiel.
Tengo la vida redoblada de desaires y desastres,
espesura y languidez, pesadumbre y sentimientos vivos
que no mueren si no es contigo
que no viven por vivir sin ti.
Este desconsuelo monocorde;
retrato del páramo desprolijo que dejaste
y mi alma doliente, esa legalidad, fiel a los olores de tu voz,
al desarme de tu cuerpo, a esa barba sin afeitar;
de ese tu desvelo y tus idas a dormir en otros sitios.
Es como si el cigarrillo le diera vida al cuerpo,
le diera alma a tu alma en la que ya no estoy,
como si en tinta negra se supliera
aquél azul que no cejó pese a tu abrazo
opresor de trovador, loco, poeta, vago, príncipe.
Me desconsuela tu oportuno verso, tu indomable egolatría,
hasta esa frase que yo juro, es para mí, aunque no,
me revienta en el alma un clandestino sentimiento;
variante de un pesar concerniente de ti.
Tengo la vida envenenada en este alcohol
de sentires acartonados y poéticos a veces,
no voy a dolerme de tus versos, no voy a doblarme
con tus voces que tengo guardadas,
voy a tratar de olvidarme nuestra inecuación.