Sólo falta que se vuelva más grave
este silencio en mi boca,
sólo falta la ceguera discreta
de mi cama acompañada
a veces pasa que la lluvia de mi techo
no se acuerda de la luz
y no teme aunque perfore
su desaparecida humanidad,
se rieron los insomnios un momento,
con el frío en el medio de mí
(si me refiero a mi alma es que
no había demasiado)
de modo que yo también hice algo
y me apreté a tu cuerpo
que estaba en otro sitio, que no
entendía mis costumbres mexicanas,
que entendía
sólo a su propio país,
que no sabía separar,
y quedó sólo un momento y un vallenato:
frágil, remoto, antiguo
que mis gafas no supieron distinguir,
tal vez a propósito
por estar parada en un pensamiento
que no volvió a ser.