su nombre como de mar
le ha permitido no buscar a prisa
y esperar calmosamente
se ausenta de su apellido
se me pone de rodillas
cuando las palabras no le juegan
a favor,
yo le muerdo el beso y su boca
se hace dulce, deliciosa, una sandía,
siempre que vuelve me tilda el corazón,
es una distancia que permanece
a ras de cielo,
cuando caminamos juntos bajo tanta luz
no hay reflejos ni sombras que
colmen la tierra
su abrazo detalla la magnitud
de su ausencia cuando me falta
y me falta tanto siempre salvo en
mi porvenir,
sus besos se guardan al lado de mi memoria:
el primero inauguró la silueta del mar
y la ciudad se despertó en un estallido
de sol y mañana;
nos parecemos; tal es nuestra pertenencia,
la noche alumbra más cuando
come nuestros besos
que en verano saben mejor,
Omar imagina cosas indescifrables
para mí,
pero cuando nos encontramos
en el descanso, soñamos lo mismo
y no cabemos en el día,
Omar me trae siempre una lluvia de palabras
que yo nunca sé aprovechar,
él siempre dice que todo va bien
y lo oye el cielo.
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